El hilo conductor es el
testimonio de Juan Bosco Rivas Martínez, “prueba viviente” de la represión que,
en abril del 2018, ejerció la Policía Nacional y las fuerzas paramilitares del
régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra estudiantes y manifestantes
pacíficos. Desde entonces, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos
Humanos, el saldo de la crisis sociopolítica en Nicaragua es de, al menos, 561
muertos y 4 mil 578 heridos. Rivas Martínez es un sobreviviente. El periodista
Wilfredo Miranda Aburto, de la revista Confidencial, incluye su relato como
parte de los datos que confirman una realidad escalofriante: existe un patrón
de los disparos contra los protestantes, marcado por heridas letales en cabezas, cuellos y tórax.
Para confirmarlo, el
reportero consiguió 19 tomografías tomadas en el Hospital Antonio Lenin
Fonseca, en Managua, los días en que la unidad de neurocirugía del lugar estaba
repleta de pacientes que llegaban con cráneos perforados, cuarteados y, algunos
con muerte cerebral.
Un médico, especializado
en balística, confirmó al periodista que emplean balas de alto poder, armas de
guerra. Vio heridas similares cuando prestaba servicio durante la guerra en los
ochenta. “Disparaban con ‘precisión científica’: ¡directo a matar!”, sostiene
el doctor. A Rivas Martínez el proyectil lo impactó abajo del entrecejo, donde
le nace el tabique nasal. Es una suerte que esté vivo. Los especialistas no
lograron extraerle la bala, porque el procedimiento podía matarlo o dejarlo
cuadripléjico.
Miranda fue galardonado
con el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España. Recibió el
reconocimiento “en nombre de todos los colegas presos, exiliados, hostigados”.
Y prometió no claudicar y continuar por el periodismo independiente...
Roque Rivas Zambrano
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