viernes, 1 de febrero de 2019

Disparar para matar...


El hilo conductor es el testimonio de Juan Bosco Rivas Martínez, “prueba viviente” de la represión que, en abril del 2018, ejerció la Policía Nacional y las fuerzas paramilitares del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo contra estudiantes y manifestantes pacíficos. Desde entonces, según la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos, el saldo de la crisis sociopolítica en Nicaragua es de, al menos, 561 muertos y 4 mil 578 heridos. Rivas Martínez es un sobreviviente. El periodista Wilfredo Miranda Aburto, de la revista Confidencial, incluye su relato como parte de los datos que confirman una realidad escalofriante: existe un patrón de los disparos contra los protestantes, marcado por  heridas letales en cabezas, cuellos y tórax.

Para confirmarlo, el reportero consiguió 19 tomografías tomadas en el Hospital Antonio Lenin Fonseca, en Managua, los días en que la unidad de neurocirugía del lugar estaba repleta de pacientes que llegaban con cráneos perforados, cuarteados y, algunos con muerte cerebral.

Un médico, especializado en balística, confirmó al periodista que emplean balas de alto poder, armas de guerra. Vio heridas similares cuando prestaba servicio durante la guerra en los ochenta. “Disparaban con ‘precisión científica’: ¡directo a matar!”, sostiene el doctor. A Rivas Martínez el proyectil lo impactó abajo del entrecejo, donde le nace el tabique nasal. Es una suerte que esté vivo. Los especialistas no lograron extraerle la bala, porque el procedimiento podía matarlo o dejarlo cuadripléjico.

Miranda fue galardonado con el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España. Recibió el reconocimiento “en nombre de todos los colegas presos, exiliados, hostigados”. Y prometió no claudicar y continuar por el periodismo independiente...


Roque Rivas Zambrano



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