Los grandes editores tradicionales de prensa están perdiendo el control de sus contenidos a favor de los distribuidores, los gigantes tecnológicos como Google o Facebook, que marcan con sus algoritmos lo que es relevante o bien te condenan al ostracismo informativo, con una evidente falta de transparencia.
En el otro extremo de esta pinza, los millonarios compran medios de comunicación a precios de saldo y copan el panorama mediático, como está pasando en la vecina Francia. En medio de la pinza está la opinión pública y la salud de la democracia.