En 1945, el primer plan regulador de Quito determinó el
orden que regiría la ciudad. La división en dos polos (norte-sur) marcó los
límites geográficos y provocó el establecimiento de estereotipos basados en
calificaciones raciales y jerarquías socioeconómicas. El Sur, desde entonces,
es para muchos el lugar del “peligro”, la “pobreza” y la “violencia”.
A esto hay que sumar el contexto histórico en que se
configuró este sector. En las primeras décadas del siglo XX se pobló de
obreros, que venían desde otras provincias para trabajar en el ferrocarril o en
las fábricas. Esta población se destacó por los niveles de organización y
movilización con que logró impulsar acciones para solucionar carencias en
cuanto a servicios básicos, infraestructura, mantenimiento de espacios públicos
y vialidad, entre otros.
La creatividad y la unión fueron las constantes en los
procesos de crecimiento urbano y se evidencian en aspectos como la edificación
irregular, la apropiación de los espacios y el florecimiento de emprendimientos
que fortalecen las economías locales. Para constatarlo es necesario viajar al
“polo olvidado” y redescubrirlo. Quienes han participado los últimos fines de
semana del tour bus, que se ofrece como parte de la exposición Dinámicas
Urbanas, instalada en el Centro Cultural Metropolitano, tuvieron esa
oportunidad de hacerlo.
Volver la vista a esta “otra ciudad” como un lugar
cargado de historia, personajes, simbolismos, es el objetivo de estos
recorridos turísticos en los que intervienen actores y gestores comunitarios.
Las dos rutas (Chimbacalle, Villaflora, La Magdalena y Solanda-Turubamba) han
dejado claro a los visitantes que, como dijo Mario Benedetti en uno de sus
poemas, “el sur también existe” y que es el deber de todo quiteño recorrerlo…
Roque Rivas Zambrano
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