Nueva Sociedad. Ecuador votó, de manera anticipada, el domingo 20 de agosto, tras la "muerte cruzada" decretada por el presidente Guillermo Lasso para evitar el juicio político. En el marco de una crisis de seguridad y un avance del crimen organizado como el país nunca vivió en su historia, los resultados incluyeron algunas sorpresas. Al porcentaje menor al esperado del binomio correísta (Luisa González-Andrés Arauz), que obtuvo 33%, se sumó un inesperado segundo lugar para Daniel Noboa (con 24%), hijo del rico empresario bananero y varias veces candidato presidencial Álvaro Noboa. Por su parte, el candidato indígena Yaku Pérez ha visto diluirse su capital electoral: estuvo a punto de pasar a la segunda vuelta en 2021 y esta vez no llegó a 4%. Las opciones más "bukelistas" quedaron finalmente rezagadas.
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Pedro Pierre, Rebelión. Siempre las elecciones traen novedades porque proyectamos en los demás lo que pensamos y queremos. La conclusión que podemos sacar es que las dos terceras partes de los ecuatorianos no quieren cambiar la organización política y económica del país. Es bastante sorprendente cuando se califica la gestión del actual presidente como calamitosa. Estas dos terceras partes de los ecuatorianos piensan que los ricos nos van a salvar, o sea, no se dan cuenta que la colonización comenzada por los españoles continúa con los gobiernos de los ricos blancos, nuevos amos del país. Ni los indígenas escapan a esta realidad. Una luz en medio de esta fuerte neblina: la confirmación por 60% de los votantes de no realizar explotación petrolera en el parque Yasuní.
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Luisa González Alcívar, progresista y Daniel Noboa, neoliberal.
Pedro Pablo Jijón Ochoa, Revista Manabí. “Los ecuatorianos volvemos el mes de octubre a elecciones para definir entre el binomio progresista encabezado por la abogada Luisa González Alcívar (que en la primera vuelta obtuvo el 33.50 % de la votación nacional), y el administrador de negocios Daniel Noboa Azín, del binomio de tendencia neoliberal (que logró el 23.48 % de aquella votación)”.
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Lapalabrabierta. Una de las grandes tentaciones de la política criolla es crear mitos. Mitificar la juventud como un estigma de virtud suele ser recurrente en una generación de políticos periclitados, a los que se les agotó el discurso, ya no se reconocen a sí mismos y se aferran al pasado con maquillaje juvenil. Se escucha decir que las próximas elecciones presidenciales, en segunda vuelta, se definirán entre “lo nuevo y lo viejo”, pero las apariencias engañan cuando lo joven no es tan nuevo y lo viejo resulta ser experiencia pasada. El asunto está en que las apariencias confunden. Noboa es un hombre blanco, cuyo padre ha sido cinco veces candidato a presidente, terrateniente, millonario, con acusaciones de violencia intrafamiliar, con empresa que tienen deudas en firme con el SRI y denuncias de explotación laboral, es bastante viejo. Es lo de siempre. Noboa representa lo mismo que su padre: la empresa más morosa del país, Exportadora Bananera Noboa que forma parte del conglomerado de empresa del grupo de Álvaro Noboa. Esta empresa tiene una deuda con el SRI de 87 millones 321 mil dólares con corte al 7 de junio del 2023. Noboa no representa a los jóvenes, representa a la banca y el grupo empresarial deudores al Estado. La candidatura progresista de Luisa González, es la alternativa que tiene el electorado y un porcentaje mayor al 32% así lo entendió en la primera vuelta. Se trata de un “voto duro” del correísmo, el voto de gente que se ha mantenido fiel a las propuestas de la Revolución Ciudadana, porque tienen memoria de un gobierno que hizo lo que dijo y que ese hacer se tradujo en acceso a servicios y en garantía de derechos ciudadanos.
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Juan Paz y Miño C., Lapalabraboierta. El 10 de agosto de 1979 se inició la época de gobiernos constitucionales más larga en la historia del Ecuador y, al mismo tiempo, con varios ciclos presidenciales. Entre 1979-1996 se sucedieron: Jaime Roldós (1979-1981), Osvaldo Hurtado (1981-1984), León Febres Cordero (1984-1988), Rodrigo Borja (1988-1992) y Sixto Durán Ballén (1992-1996). Exceptuando Hurtado (quien ocupó la presidencia por la muerte de Roldós), todos surgieron de elecciones. Fue un ciclo de estabilidad gubernamental que contrastó con el que siguió entre 1996-2006, cuando se sucedieron las presidencias de Abdalá Bucaram (1996-1997), Fabián Alarcón (1996-1998), Jamil Mahuad (1998-2000), Gustavo Noboa (2000-2003), Lucio Gutiérrez (2003-2005) y Alfredo Palacio (2005-2007). Rosalía Arteaga no fue presidenta, sino vicepresidenta encargada de la presidencia durante un fin de semana conflictivo por la salida de Bucaram. Lo paradójico es que los tres únicos mandatarios electos (Bucaram, Mahuad y Gutiérrez) fueron derrocados por “golpes parlamentarios”, resueltos ante las imparables movilizaciones sociales en su contra. Incluso al caer Mahuad, se constituyó una efímera dictadura nocturna (21 de enero de 2000), con participación militar.
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