sábado, 6 de febrero de 2016

No-ficción


Roberto Saviano, periodista y escritor italiano, terminó 2015 de la forma más bochornosa: acusado de plagio. Pasó de ser elogiado por sus obras sobre el crimen organizado y narcotráfico a convertirse en un reportero capaz de copiar o inventar.

Enfrentó este revés desde que el periodista estadounidense Michael Moynihan investigó las fuentes de información de sus textos. El portal ‘El Debate’ explica, a través de un artículo de opinión, que la investigación realizada por Moynihan no consistió solo en la revisión detenida de los escritos, sino que incluyó un intercambio de correos electrónicos con el autor.

Saviano se defendió de las acusaciones afirmando que sus trabajos eran un ejercicio de “novela de no-ficción”. Este término, que hace referencia a un género de escritura, fue acuñado por Truman Capote después de publicar ‘A sangre fría’, novela que cuenta el asesinato de la familia Clutter.

Con este libro empieza a proclamarse un “nuevo periodismo”, que busca distanciarse de la “realidad objetiva” para demostrar que la realidad y la ficción están separadas por fronteras casi imperceptibles. Latinoamérica tiene un representante de esta corriente: Rodolfo Walsh, periodista argentino que escribió la novela testimonial ‘Operación masacre’ y que fue asesinado y desaparecido durante la dictadura que gobernó su país entre 1976 y 1983.

Aunque las investigaciones de Capote y Walsh no estaban del todo vinculadas, los dos empleaban recursos literarios para contar historias reales, que previamente indagaban con rigurosidad. En el caso de Saviano, Moynihan encontró que en CeroCeroCero había textos copiados (incluso de Wikipedia), invención de personajes y párrafos de noticias publicadas. En tiempos de no-ficción, identificar lo auténtico se convierte en un reto.

Roque Rivas Zambrano
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