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https://www.latribuna.cl/. El periodismo es un pilar fundamental de la democracia. Eso nadie lo discute. El acceso garantizado a la información y el escrutinio público de los asuntos de interés general son señales inequívocas de una democracia saludable. Sin embargo, en tiempos donde la intolerancia y la desinformación proliferan, ha devenido en que quienes ejercen esta labor enfrenten crecientes amenazas. Es lo ocurrido recientemente con dos periodistas del diario La Tercera, cuyas identidades y datos personales fueron expuestos como represalia por su trabajo, lo que constituye una grave señal de alerta que no puede ser normalizada ni ignorada. El hostigamiento y la intimidación contra periodistas no son hechos aislados. Lamentablemente, forman parte de un patrón de agresiones que busca silenciar voces críticas mediante el amedrentamiento, el miedo y la violencia. En este caso, el ataque adquiere una dimensión aún más preocupante porque las víctimas son mujeres, lo que refuerza una realidad cierta: las periodistas, en particular, sufren con mayor frecuencia agresiones dirigidas tanto a su labor como a su condición de género.
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