viernes, 4 de octubre de 2019

Abuso de autoridad


La imagen parece de archivo. Oficiales de la Policía Nacional forman un círculo y patean simultáneamente a Julio Estrella, fotoperiodista de El Comercio. La reportera que graba la escena les grita: “¡Ey, somos prensa”, pero los uniformados hacen caso omiso a la declaración y continúan propinándole golpes a quien, minutos antes, realizaba su trabajo: documentar las protestas en contra de las medidas económicas impuestas por el gobierno de Lenín Moreno. 

En medio del caos se escucha reclamos de los reporteros que cuestionan a las fuerzas del orden: “Estamos haciendo nuestro trabajo ¿Por qué nos agreden?”. Los reportes de los ciudadanos del paro nacional dibujan una ciudad como la 1983, cuando el mandatario Oswaldo Hurtado adoptó medidas que incluían el incremento del precio de productos básicos como la leche y la devaluación del sucre. Al igual que en aquel entonces, las calles lucen desoladas; la gente no se puede movilizar, porque no hay transporte público; los locales están cerrados y la violencia se impone en las protestas. 

Es el Quito de León Febres Cordero (1984 y 1988), cuando los ciudadanos luchan en contra del autoritarismo, de las políticas neoliberales, del alza de la gasolina y la precarización laboral. La historia se repite y, con ella, las acciones de represión policial contra ciudadanos que reclaman sus derechos. Golpear periodistas, quitarles sus herramientas de trabajo, obstaculizar el registro de los acontecimientos, no es suficiente para esconder la brutalidad con la que ejercen el poder, es solo un atentado  más contra la libertad de expresión. 

El comunicado que se difundió desde la Secretaría General de Comunicación, en el que se rechazan los actos violentos contra la prensa, no es más que un formalismo que debe traducirse en sanciones reales para quienes se valieron de su autoridad para ultrajar. 

Roque Rivas Zambrano 
roque1rivasz@gmail.com
salvataje@yahoo.com


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Estos son los cuatro ganadores del Premio Gabo 2019

Nataly en la puerta de su casa (Foto: Ismario Rodríguez).

Premio Gabo. El Premio Gabo en su séptima edición anuncia a los ganadores de las cuatro categorías del concurso: Texto, Imagen, Cobertura e Innovación. Estas piezas fueron seleccionadas por 53 jurados en tres rondas de juzgamiento como los mejores de Iberoamérica entre las 1.730 postulaciones recibidas. Los trabajos ganadores son: La sangre nunca fue amarilla (Cuba), en categoría Texto; America First: El legado de una redada migratoria (Estados Unidos), en categoría Imagen: El país de las dos mil fosas (México), en categoría Cobertura; y Mujeres en la vitrina, migración en manos de la trata zonadivas.info (Honduras), en categoría Innovación.




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Esta séptima edición escogió a los ganadores entre 1.730 postulados a las categorías de Texto, Imagen, Cobertura e Innovación.

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Periodistas mexicanos fueron reconocidos por los trabajos "El país de las dos mil fosas", en Cobertura, y "Mujeres en la vitrina", en la categoría Innovación.

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La brecha que amenaza el futuro del periodismo

Rasmus K. Nielsen, director del Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo.

Rasmus K. Nielsen, El Diario. Quizás el debate en torno al futuro del periodismo es también un debate generacional y tiene que ver con la certidumbre absoluta de que el periodismo en la forma en que lo conocemos no prosperará en el siglo XXI. El periodismo existe en el contexto de su audiencia; esa conexión a menudo pende de un hilo y depende de nosotros retenerla, renovarla y reforzarla. La vanguardia es más importante que nunca porque las acciones de la retaguardia no llevarán al futuro y porque nadie vendrá a rescatarnos: ni las plataformas ni las fundaciones ni los gobiernos.


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