2016 es un año asociado con la muerte. En estos 12 meses,
celebridades o personajes trascendentales en la historia dejaron de existir.
Asimismo, se produjeron desastres naturales –como el terremoto que afectó a
nuestro país en abril– y se registraron más de 40 atentados terroristas
alrededor del mundo.
Las personas se conmovieron, compartieron estos hechos,
expresaron sus opiniones y se solidarizaron a través de las redes sociales… La
muerte es un acontecimiento que conmueve, sacude, llama a la reflexión. Sin
embargo, también hay muertes que pasan desapercibidas o de las que se habla en
círculos reducidos, como las de los periodistas.
Al finalizar este año, quiero pedir a los seguidores de mi
columna que otorguen un minuto de silencio por los colegas asesinados.
Reporteros Sin Fronteras (RSF), en su balance anual, señala que, en el 2016, 74
periodistas perdieron la vida en el ejercicio de su profesión.
Esta cifra es menor en relación al 2015. Pero la
disminución, según la organización, no es motivo de alegría, pues se explica
por el hecho de que los reporteros no tuvieron otra opción que huir de los
países que se han vuelto demasiado peligrosos: Siria, Irak, Libia, Yemen,
Afganistán y Burundi. “Cada vez más, la violencia contra los periodistas se
ejerce de forma deliberada”, declaró Christophe Deloire, Secretario General de
RSF.
Esto se refleja en un dato adicional de la RSF, que indica
que 348 periodistas están encarcelados a escala mundial. Ante esto, la Sociedad
Interamericana de Prensa declaró que el 2016 fue un año de retos para los
periodistas que defienden la libertad de prensa y la transformación digital y
se comprometió a crear una aplicación para que los reporteros denuncien sus
casos. El 2017 viene con un desafío fuerte: romper con la impunidad.
Roque Rivas Zambrano