Orlando Gomez León, periodista.
Roque Rivas Zambrano, Editor del Blog Solo Periodismo. La noticia de la muerte de Orlando Gómez León me golpeó con la fuerza de lo inesperado. Fue un colega, amigo entrañable y compañero de ruta en este oficio que tantas veces nos dio alegrías, sinsabores y motivos para seguir adelante.
Conocí a Orlando en la redacción del Diario La Hora, hace más de
35 años. Desde entonces compartimos no solo el trabajo cotidiano entre
titulares y cierres apurados, sino también una complicidad que solo se
construye con los años, las risas, los silencios, y con ese respeto mutuo que
se forja en la admiración por el otro.
Fue editor de la revista cultural Artes, responsable de la
sección de noticias internacionales y creador de una página de humor en la que
firmaba con el nombre de Zoilo Máximo, su alter ego irreverente y
mordaz. Tenía una inteligencia aguda, un humor fino y un talento natural para
narrar anécdotas, esas pequeñas historias que él convertía en escenas
memorables. Disfrutaba del buen vino, de los cigarrillos (quizás demasiado), y
de las conversaciones largas, de esas que uno no quiere que terminen.
Orlando era, ante todo, un contador de historias. Las contaba en la
redacción, en la sobremesa, en la calle, en sus textos. Y lo hacía con una
autenticidad que no se puede fingir.
Hoy su ausencia me deja un nudo en la garganta, pero también el alivio
de saber que compartimos una vida profesional intensa, rica, llena de momentos
que siempre recordaré. Sé que esto no es un adiós, sino un hasta luego. En
algún rincón del tiempo nos volveremos a encontrar -tal vez con un vino en mano
y alguna anécdota nueva que contarnos- para seguir hablando de lo que nos unió
siempre: la amistad y el periodismo.
Gracias, Orlando.
Consuelo Moreta, WhatsApp. Queridos compañeros hoy estuvimos en el velorio de Orlando Gómez León, para sentir su presencia y despedirnos de él. No lo vimos en mucho tiempo, pero se que cada uno tendrá sus propios recuerdos. Fueron los buenos tiempos en Diario La Hora.
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Mercelo Mejia, Orlando Gómez León, Alejandro Querejeta Barceló, Liliana Vinueza, Agustín Garcells, Juana López, Consuelo Moreta y Jaime Pullas (Foto Archivo).
Izquierda a derecha: Roque Rivas Zambrano, Roberto Ayabaca, Héctor Cedeño, Jaqueline Campo, Verónica Haro, Segundo Espinoza, Diego Campos, Wilmer Molina, Orlando Gómez, Agustín Garcells, Andrea Troya Núñez, Jaime Barahona, Consuelo Moreta, Fidel Suárez, Cristián García, Julia Chávez, Javier Noriega, Juana López, Juan Manuel Polo y Glenda Villamagua (Foto archivo).
La redaccion de La Hora (Foto archivo).
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La Hora. El periodismo está de luto. El 4 de agosto de 2025 se conoció que Orlando Gómez falleció. Sus familiares y amigos lo describen como un hombre de gran inteligencia, carisma y talento, cuya vida estuvo profundamente marcada por su pasión por el periodismo y su compromiso con la información, las noticias y la política.
Orlando Gómez era corresponsal de Semana (desde 2001), trabajaba en El Diario el País de Cali (en los 70s) Diario el Espectador, en el Diario el Pueblo. (70s 80s). Fue editor de LA HORA.
Orlando fue un intelectual agudo, de mente inquieta y espíritu crítico, que dedicó su vida a entender el mundo y ayudar a los demás a comprenderlo a través de su trabajo. Su voz, su pluma, y su capacidad de análisis dejaron una huella en el ámbito periodístico y en todos quienes tuvieron el privilegio de compartir ideas con él.
Fue un hombre de carácter fuerte, con un particular sentido del humor y una presencia que no pasaba desapercibida. Aunque su vida personal fue compleja y marcada por distancias, su entrega a lo profesional fue total, y por ello será recordado y respetado.
Hoy, más allá de las palabras, reconocemos su legado y su contribución. Te despedimos con respeto, Orlando, agradecidos por lo que entregaste desde tu trinchera, sabiendo que, a tu manera, también fuiste parte de nuestras historias.
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Ronald David Almeida García, Facebook. De cariño le decía “Jefe” y sí que lo era. Ya no está físicamente en este mundo (como dicen por ahí), pero su recuerdo se queda (como también dicen por ahí).Orlando Gómez León ha fallecido y esta noticia ha entristecido a todos los que tuvimos el placer y el privilegio de haberle conocido.
Fue en 2002 cuando lo conocí, en mi primer paso por Diario La Hora de Quito, después de haber concluido mi camino por Diario El Comercio. Reconozco que fui un tanto “agrandado”, ya que pasé de un diario grande a uno modesto y eso fue maravilloso, pues ese “diario chico” fue mi mejor escuela de periodismo y de vida, y Orlando como muchos otros, fue mi maestro.
Fue un “tipazo”, el típico periodista de los de antes: culto, conversador, con humor fino, inteligente y muy encantador; además de un gran contador de historias.
Las reuniones editoriales con él cada mañana eran geniales. Divertidas, en las que planeábamos los contenidos del día siguiente y que en las tardes cambiaban casi por completo, por esas cosas de la vida.
En fin, son tan lindos recuerdos, muy pocos eran serios, la verdad. Orlando era “fuera de serie”. Además de un gran señor, también era un gran escritor. Por cierto, hablaba algunos idiomas, entre ellos el chino mandarín y hasta el japonés, debido a su trabajo en esos países.
Lo voy a extrañar. Descansa en Paz, querido Jefe.
Segundo Espinoza. Facebook. "Cuando un amigo se va queda un espacio vacío..." Ha dejado el mundo terrenal un amigo y compañero por casi dos décadas en diario La Hora: Orlando Gómez León. Excelente colega, dueño de una dilatada carrera profesional: con él compartí la profesión y asimilé muchas de sus experiencias en el periodismo.
Orlando Gómez, más ecuatoriano que colombiano, trabajó en varios países. Con su calidad laboró y colaboró en importantes medios de su país como el Espectador y la revista Semana, entre otros. En China fue corresponsal por varios años. En Ecuador prestó sus oficios en el diario Hoy y en La Hora.
Mi sentido de pesar a toda su familia. Hasta pronto querido amigo y que Dios te acoja en su gloria.
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Orlando Gómez León, Rebelión. En diferentes momentos he venido sosteniendo que en Latinoamérica y el Caribe se vienen desarrollando cambios que aunque cruciales, son ignorados por el poderío mediático, perverso por reaccionario, y desconocidos por amplios sectores de la población que por su exclusión y sumergimiento en la pobreza extrema, no perciben o no prestan atención a los mismos.
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Orlando Gómez León.
Orlando Gomboa, Facebook. Algunos de sus antepasados, cantábricos ellos, debieron llegar en La Pinta. Los míos, vascos, en La Niña. O, quizás, unos y otros en La Santamaria.
Pero, para entonces, Orlando Gómez era mi amigo. No un amigo cualquiera. No: el amigo. Y yo era lo mismo para él.
Ninguno sabía de la existencia del otro, pero éramos amigos. Lo supimos una mañana en una sala de redacción en Bogotá, el primer día allí para ambos.
“Quiubo, hermano”, me dijo, mientras me ofrecía un Pielrroja. “Quiubo, viejo”, le respondí y le ofrecí otro…
Al comenzar la carcajada supimos que el alter ego era una realidad de mucho peso.
Éramos los Orlandos. El periodismo nos llevó a trabajar separados en un medio y otro, en una ciudad y otra, en un país y otro, distantes, pero siempre insoslayables, irrenunciables, imperecederos.
Centenares de llamadas, de ida y de venida, muy breves, se repitieron, digamos, cada seis meses, y muchas fueron solo un diálogo de locos:
-“Qu’iubo, hermano, ¿cómo estás?
-“Bien, viejo, ¿y tú?
-“Bien, hermano”
Y colgábamos.
Pero, hace pocos meses, él me llamó como dos o tres semanas después de decirnos que estábamos bien. Una llamada inusual...
-¿Qu’iubo, hermano, ¿estás bien?
Algo serio pasa, pensé, pero respondí, como siempre:
-Hola, viejo, sí, estoy bien… ¿qué tienes?
-Me está jodiendo el pecho… Parece el corazón… No sé si es la altura de Quito o que estoy queriendo más de lo que creí. Voy a ver si me animo a ver un médico…
-Aunque no te animes, debes ir hoy mismo.
-Voy a ver, chao…
Hace un mes largo, Orlando me llamó a Nueva York.
-Hermano, quiero ir a Bogotá a finales de agosto, por ahí el 20… visitar Chía y Cajicá, ver a mi hermano y pasar por donde nací, y que nos acompañe Orlando... Voy a llamarlo a Canadá para que venga.
-Chévere, viejo. Casualmente debo ir a Bogotá… Una alcoba y un café te esperan…
Hace dos días, después de una incomunicación de varias horas, preciso ese día, encontré un mensaje en WP.
Era del otro Orlando. El tercero.
“Se nos fue Gómez”, leí.
Explicaba algunos detalles, pero el “se nos fue Gómez” me derribó. Lo demás no me importó.
Largas horas después de pensar en quién putas se va a tomar el café frío (aunque esté yerto, entre amigos no hay café frío) que espera en mi mesa, llamé.
Entonces me enteré de que un infarto del corazón que lo movió por el planeta se cansó. Orlando, su hijo, el tercer Orlando, bajó de Canadá, para acompañarlo en una cirugía que le practicaron.
“Sé que de esta no salgo, dígale a Orlando Gamboa”, le dijo.
Después de la operación, murió.
Hoy me veré con Orlando y con Marucha, La Pantoja, su madre.
A Orlando, café en la mesa, yo lo espero. Sé que él también a mí.
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