sábado, 25 de octubre de 2025
Una reivindicación del periodismo cuando más falta nos hace
Este libro llega en un momento crítico para
las democracias y para el rol que juega la prensa en el engranaje de unas
sociedades libres y plurales. Las incertidumbres que se ciernen sobre el mundo
también lo hacen sobre el periodismo, en este caso desde hace más de dos
décadas. Si ahora le sumamos la irrupción de la inteligencia artificial, la
acelerada diseminación de informaciones falsas en un entorno de expansión de
autarquías y aspirantes a dictadores, y los cambios estratégicos en las
plataformas tecnológicas, está claro que la tormenta no va a amainar.
Sería deseable que el libro cayera en manos de
ciudadanos ajenos a las interioridades del oficio, que pudieran empaparse de lo
que nos mueve, del sentido de misión que nos impregna a la mayoría a pesar de
que determinados intereses traten de colocarnos en oscuros rincones. No dudo de
que así será si, ojalá, el libro llega a los lectores fuera de los circuitos
periodísticos. Unas pocas páginas serán suficientes para caer atrapados por
relatos fascinantes en primera persona: ahí está la pasión que llevó a la afgana
Wahida Faizi a convertirse en periodista, el compromiso de Mónica González en
Chile con la profesión a pesar de algunas historias de terror, la persistencia
en el oficio de Mónica García Prieto o el análisis siempre certero de Iñaki
Gabilondo.
Periodistas en tiempos de oscuridad quizá no
sea el título más optimista. Y, sin embargo, la lectura completa del libro de
Belzunce deja un buen sabor de boca. Realista, sí, pero también inspirador.
Conviene también que los propios periodistas lo leamos. Recomendable para quien
haya perdido la fe en la valía de nuestro trabajo, o para refrescar las razones
que nos condujeron al oficio. El autor ha hecho lo más importante que puede
hacer un buen periodista: escuchar. Escuchar mucho y a gente variada, y convertir
posteriormente esos relatos en grandes historias, tan interesantes como útiles.
Fernando Belzunce, un ejecutivo que ha construido parte de su carrera enfocado a impulsar la transformación de los medios -en su caso dentro del grupo editorial Vocento-, hace con este libro una gran reivindicación de las esencias del periodismo: muchas cosas han cambiado, pero los valores persisten sin que eso suponga negar la necesidad permanente de cambio. Podemos sostener que nosotros mismos nos hemos empequeñecido, fruto de las sucesivas crisis y de quienes han aprovechado esta debilidad para atizarnos. El periodismo es mucho más importante de lo que hemos terminado creyendo, y lo reivindica el autor en su propia introducción: “Hay grandes dosis de autocrítica [en el libro] y propuestas para mejorar este oficio, que a menudo pasa por volver a poner en primera línea su esencia, a veces ensombrecida por el aluvión tecnológico. La autocrítica, la innovación y la responsabilidad son los pilares fundamentales en esta búsqueda de una prensa más ética, transparente y cercana a la sociedad”, afirma Belzunce. Es probable que el periodismo, si no puede cambiar este mundo convulso, sí pueda contribuir decisivamente a discernirlo. Así lo dice la periodista vasca Lourdes Pérez en su capítulo, y lo sostienen, de muy distintas maneras, más de 100 voces a lo largo del libro.
