Es sencillo perderse en medio de la abundancia. A diario
se consume una cantidad de información difícil de cuantificar: miles de
imágenes, datos, textos se combinan para generar una comprensión del mundo.
Esta sobreexposición es abrumadora.
Es como caminar por una calle comercial, donde cada local
tiene un parlante fuera en el que ponen música distinta a todo volumen y
promotores que asaltan a los transeúntes con ofertas desesperadas. La salvación
es llegar a un sitio seguro en que se pueda hacer una pausa para decidir.
Si se hace una analogía de este panorama con el
periodismo, esa gran avenida en la que hay tanto ruido es el Internet. Desde
que es posible navegar en esa gran autopista, las formas tradicionales de
acceder a la información parecen obsoletas. Leer las noticas en el diario
impreso parece una práctica del pasado.
Resulta mucho más fácil enterarse del acontecer en las
redes sociales, caracterizadas por la inmediatez con la que circulan y se
viralizan las novedades. En medio de esta realidad, la noticia parece haber
perdido su notoriedad.
Sin embargo, existen optimistas como Richard Gingras,
vicepresidente de Google News, que piensan que el futuro de este género
periodístico es brillante, siempre y cuando se vuelva al centro: la comunidad.
Bristol Cable, en Reino Unido, es prueba de ello.
La cooperativa de medios está centrada en lo local y
organiza reuniones con los vecinos para saber de sus necesidades y
preocupaciones. Para Gingras, la ecuación es simple: el periodismo juega un rol
fundamental en las sociedades y democracias, al ofrecer a las personas las
herramientas e información que necesitan para ser buenos ciudadanos. Estos
cambios revitalizan la relación entre las salas de redacción y las comunidades
con la intención de mejorar.
Roque Rivas Zambrano
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El cambio en el modelo de negocio de las noticias,
involucrar cada vez más a la sociedad en el periodismo y nuevos enfoques para
generar contenidos proyectan un futuro promisorio para esta disciplina.
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