PADRE, ¿DÓNDE ESTÁS? Te busco en todas
partes, en cada espacio, en cada objeto que palpaste, te busco en mi sueños,
pero no te veo. No veo tu cara, tu cuerpo grande y ya desgastado, ya con medio
siglo...
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María Scherer.- Desde hace muchos años supe que algún día estaría sentada
aquí, mordiéndome las uñas mientras escribía este texto. Lo temí apenas lo
advertí...
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Hace poco me preguntaste por qué digo que
te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte
precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los
motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente
presentes cuando hablo...
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Roque Eudaldo, autor del texto; mi padre Roque Vicente Rivas Vera y mi hijo Roque Alejandro.
¡Papá...!
Vivió 76 años y todos los dedicó a la agricultura. Por la
práctica obsesionada de este oficio estableció una relación sabia y entrañable
con la naturaleza. Usó siempre métodos ancestrales. Sabía cómo mantener los
terrenos y nunca usó los agroquímicos.
Guiado por la luna conocía cuándo sembrar para asegurar
una cosecha extraordinaria y cuándo cortar la madera para que nunca se
apolillara. En sus propiedades hay viviendas construidas hace más de cincuenta años
y está en perfecto estado. Fue un trabajador descomunal. Su jornada fue más allá
de seis a seis.
Era realmente incansable. Tuvo seis propiedades. En ellas
mantuvo cultivos de pastizales, cacaotales, cafetales, platanales y frutales. Mantuvo
casi siempre más de cien cabezas de ganado res, con un promedio de 40 vacas
paridas. También caballerizas, chancheras y gallineros. Nunca le faltó alimento
para mantener a su numerosa prole. Fue, además, un guía espiritual y ético descomunal.
Toda su vida practicó una honradez acrisolada con el ejemplo. En la zona fue considerado un gran líder.
Fue también gran conversador. Compartió a la mesa con sus
hijos donde les hablaba de valores. En esos tiempos felizmente no había la
televisión que cortó la comunicación familiar.
El vivió entre 1924 y el 2000, pero al final de sus años
fue afectado por el mal de Parkinson, una enfermedad que fue arrastra hacia los
recuerdos del pasado. Sus últimos años vivió una especie de alucinaciones.
Desde el balcón de su casa decía que veía sus caballos y su ganado. Hoy mi
homenaje para ese gran papá...
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La Crónica.- Mi padre era un gigante en mi vida, un
gigante de dimensiones épicas, que es el tamaño que tiene el mundo en la
infancia…
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