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Samuel Uzcátegui, La República. Se suele
creer que la acción desinteresada de querer informar a la sociedad y dar una
voz a quienes no la tienen convierten al periodismo en la más noble de las
profesiones. Esto no es más que una vista utópica de un modelo más que
defectuoso. El periodismo siempre ha sido imperfecto, pero desde su maridaje
con las redes sociales se ha notado un cambio de paradigma en el accionar de
los medios, más para mal que para bien. El periodismo tal y como lo conocemos
está agrietado y necesita reinventarse. La superficialidad de las redes
sociales desvirtúa cualquier bienintencionada razón por la que muchos decidimos
incursionar en el mundo de la comunicación. Independientemente de si se es
profesional de la comunicación o un simple consumidor, la crisis que enfrenta
el periodismo nos perjudica a absolutamente todos.
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