Pocas veces pensamos qué caracteriza a la
sociedad actual o cuál es el modelo que rige el mundo en que nos desenvolvemos.
Vivimos día a día intentando cumplir metas y procurando sacarle el mayor
provecho a cada segundo. Total: ¡El tiempo es oro! (dinero). Existe una ilusión
de libertad que permite a los individuos decidir, hacer y adquirir lo que
desean. Esto da pie a pensar que la sociedad que retrataba George Orwell, en su
libro 1984, donde existía una consciencia de dominación, es cosa del pasado.
El filósofo surcoreano Byung-Chul Han,
autor de ‘La agonía del Eros’ y ‘Topología de la violencia’, desbanca este
espejismo. Dice que hay un “cambio de paradigma”, de una sociedad disciplinaria
a una de rendimiento. Esta sustitución es perversa, porque ahora uno se explota
a sí mismo y piensa que esto es sinónimo de progreso o de realización.
En este nuevo orden, las personas quieren
alcanzar una mayor productividad, quieren ser más eficientes o realizar el
mayor número de tareas posibles. Al no alcanzarlo, se cansan, frustran,
deprimen o enferman. En palabras de Han, se ha pasado “del deber de hacer” una
cosa al “poder hacerla”, lo que conlleva a vivir con la angustia de no hacer
siempre todo lo que se puede.
No triunfar solo es culpa del individuo
mismo, que termina con en el “síndrome del trabajador quemado”. Para el experto
la única posibilidad de redención es una revolución en el uso del tiempo: “La
aceleración actual disminuye la capacidad de permanecer: necesitamos un tiempo
propio que el sistema productivo no nos deja; requerimos de un tiempo de
fiesta, que significa estar parados, sin nada productivo que hacer, pero que no
debe confundirse con un tiempo de recuperación para seguir trabajando; el
tiempo trabajado es tiempo perdido, no es tiempo para nosotros”.
Roque Rivas Zambrano
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