Fernán Saguier,
La Nación de Argentina.
La Nación.- Vivimos en la era de las comunicaciones y
de la hiperconectividad. A toda hora estamos bajo el influjo de los medios, que
son seguidos y "escrutinizados" como nunca antes. Desde los 7.500
millones de celulares que hay en el mundo se accede a cualquier medio, blog y
red social por más efímero que sea el tiempo de navegación. Es natural, entonces,
que el periodismo ejerza hoy cierta fascinación. Un error o una mala praxis
viralizados pueden implicar desde un dolor de cabeza hasta poner en riesgo una
carrera o una marca con años de recorrido. La década kirchnerista ha
prostituido el ejercicio de cierto periodismo, al punto de querer reinventarlo
bajo la impostura de "periodismo militante". Pero periodismo hay uno
solo: el clásico, histórico y fundacional. El que narra los hechos en forma
objetiva, desde un lugar neutral, sin tomar partido. El que prefiere perder una
primicia a exponerse a una desmentida. El que necesita al menos dos fuentes
para darle entidad a una versión. El que desde hace décadas ha colocado en el
altar de excelencia a monstruos planetarios como The New York Times, The Washington
Post o The Financial Times, exitosísimos precursores en calidad en la era
digital.
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Cuadernos de coimas: una muestra de la corrupción en Argentina
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Memorias y lecciones de una leyenda del periodismo
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Los cuadernos de las coimas
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Le voy a copiar el título de la volanta de
la nota de Fernán Saguier en la contratapa de La Nación de hoy. El título es
“El valor del periodismo se mantiene intacto“. Allí hace un análisis del
impacto y de lo que ha ocurrido con los cuadernos de las coimas en muy pocas
horas en Argentina. La volanta dice: “La fuerza de la verdad“. Y pareciera algo
hasta naiff.
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Memorias y lecciones de una leyenda del periodismo
La Nación.- Bob Woodward, el célebre investigador que
puso al descubierto el Watergate, reflexiona sobre los desafíos del oficio.
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Los cuadernos de las coimas
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