miércoles, 18 de septiembre de 2024

Periodismo y los gajes del oficio

 
Gabriel García Márquez calificó el periodismo como el "mejor oficio del mundo".

Leonardo Parrini, https://www.lapalabrabierta.com/. En el periodismo nacional hay vidas de primera y vidas de segunda. Los primeros, por lo general, todos tienen diplomados universitarios, fueron ungidos con toga, discurso y champagne. Y los segundos, algunos mercenarios de profesión, son de rostro inalterable, no registran emociones, no se sorprenden con casi nada, ni siquiera con la asignación periodística a sueldo bajo ropaje de opinólogos con que ejercen la columna diaria o semanal en el pasquín de turno para subvertir la verdad, esa prestigiosa forma de vanidad con que fungen de inteligentes, de versados, de leídos. Qué importa, si la verdad no suele importarle a nadie. En su mester de clerecía, según entienden el periodismo, escriben para los suyos casi siempre con caligrafías célebres pero enmarañadas, convencidos de que no convencen a nadie más allá de su círculo próximo. Al final del día, duermen conformes con haber recibido los likes de sus fans. Ganan en engreimiento personal insuflado y el medio en prestigio inflado, como globo con helio que los eleva, pero también los puede asfixiar en la atmósfera de la mentira. No los perturba el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino muchas veces la que se da mejor. Una suerte de perversión por la masificación de escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Mester de opinólogos que nunca hicieron un reportaje que siempre tuvimos como el género estrella, pero que es también el que requiere más tiempo, más investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de escribir. Para ellos les es ajeno: el mal periodista piensa que su fuente es su vida misma -sobre todo si es oficial- y por eso la sacraliza y la consiente de manera acrítica.


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