Querido
Andersson:
¡Cónchale, vale! No me avergüence más, Andersson. Una madre debe querer siempre a sus hijos, pero hasta para eso hay un límite. Desde pequeño siempre le dije: todo puede ser, menos un idiota. ¿Y qué es lo que ha hecho? Convertirse en el idiota número uno de la prensa ecuatoriana. Y el número dos, sin duda, su compañero, Luis Eduardo. ¿Acaso están en competencia de quién tiene la cachucha más ajustada?
¿Qué carajos le pasa, Andraco? Sí, Andraco. Así le llamo siempre que me hace enojar. He llorado tanto al ver su primer programa de televisión. Usted que tanto le criticaba a ese señor Correa por malgastar los fondos públicos en boberías. ¡Ahí está! Cayó en lo mismo. Unas ganas de lanzarle mi zapatilla en la oreja por bruto.
Vea mijo, con
su Posta ya me sentía medio alterada, pero bueno, una como mamá siempre dice:
me salió pendejo, pero es mi hijo.
Eso que acaban de hacer con ese señor dirigente indígena no tiene nombre, Andraco. Se le subió lo bobito por querer rating como sea. Ese afán de tener más ¿likes?, ¿así se dice?. Bueno, esa desesperación por ser visto a cómo de lugar lo tiene cabeceguevo, mijo. Usted, Andersson, usted está ayudando a que nos odien más a los venezolanos que están en el Ecuador. No le sume puntos a la xenofobia. Por tipos como usted es que nos dicen pestes. ¡Nojoda, qué ladilla!
¿Es eso ser provocador, mijo? No. ¡Eso es ser estúpido! ¿Le quedó gustando aquello de lanzarle dardos al presidente de la Conaie y llamarlo CABRÓN en público? ¿Le pagan por alimentar el racismo? ¿Cuánto? ¿El gobierno le deja producir esa miseria? Oiga, ¡qué vergüenza! ¿Para eso estudió, Andraco? ¿Para decir lo que le sale del estómago? No, mijo, eso no es periodismo. Me duele lo que le voy a decir, pero usted hace pornoperiodismo. ¿Poner XXX el programa lo vuelve candente? ¿Provocador? Cómo me encantaría cachetearlo en público para que le gente vea que sí tiene una madre que lo corrige. ¡Provocador! ¡Estúpido con cachucha es lo que es!
Ecuatorianos. Pido disculpas en nombre de mi hijo, Andersson. Él no lo hará. Quiere ser famoso, aunque su fama tiene un tufo a alcantarilla. Las madres hacemos lo que podemos, pero los hijos deciden si quieren ser hombres de bien o periodistas de la Posta. Ver menos
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