Pedro Castillo,
candidato a la presidencia de Perú.
Juan Diego
Quesada, El País. El niño se despertaba a las cinco de la mañana, cuando
todavía era de noche. En la cocina preparaba el almuerzo iluminado por la luz
de una vela. Se prevenía del frío con un poncho y guardaba en el bolsillo un
plástico por si acaso llovía. Después rodeaba montañas y senderos escarpados de
tierra y piedra hasta llegar al colegio, a dos horas a pie. Bordeaba quebradas
a 3.000 metros de altura, con la sensación de vivir en el techo del mundo. Las
nubes no le dejaban contemplar el abismo que tenía bajo los pies. Aquel
muchacho bajito y menudo se pasaba todo el camino haciendo gestos y moviendo
las manos de forma vehemente, como un director de orquesta. Los vecinos lo
veían pasar mientras cosechaban patatas y maíz en sus huertos. Uno de ellos se
preocupó y fue a hablar con su madre. -Haga curar a Pedrito-, le aconsejó el
vecino. Está trastornado.
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