Claudia Benavente, periodista boliviana.
Por Claudia Benavente, La Razón. Érase una vez un reino de medios
de comunicación en el que, junto a la Iglesia Católica, se anotaban altos
niveles de credibilidad en la población. Pero una mañana de marzo rompieron las
ventanas como piedras los resultados del último estudio Delphi de la Fundación
Friedrich Ebert. El pasado domingo, el columnista José Luis Exeni puso sobre la
mesa las manzanas hechizadas que quedaron al descubierto frente a la audiencia
boliviana: hay cada vez más desconfianza; muchos medios informan desde sus
particulares intereses cuando no manipulan la información; más del 80% de las
personas consultadas piensan que desde el campo mediático se promueven los
enfrentamientos y el conflicto; los medios dejan de ser medios para convertirse
en actores políticos. Valía la pena repetir estos insumos para invitar a los
colegas periodistas a sacudirnos las penas, los enconos y las malas
intenciones. Ir un paso más allá de pregonar el derecho a la libre expresión;
respetarla con hechos y ponerle un marco cuando ésta se levanta sobre la cabeza
de otros derechos igual de fundamentales. Veamos dos casos de los últimos
tiempos.
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