Dalton Herrera, periodista.
Dalton Herrera, Santo Domingo, República Dominicana.- Son las 8:00 de la mañana de un domingo nublado y la esponja
empapada de agua y shampoo cae sobre el vidrio de un carrito público que
circula entre las avenidas John F. Kennedy y Máximo Gómez. Era mi primer
cliente del día y ya era recibido con un insulto del conductor.
El chofer encendió el parabrisas y me tumbó la esponja al
pavimento; aceleró y me lanzó el vehículo casi encima.
Cuando creí que la situación no podía empeorar más, miro hacia mí alrededor y
veo que mis nuevos compañeros “limpiavidrios” me observan con detenimiento.
Hasta ese momento, el miedo y la vergüenza ya eran mis amos supremos.
“¿Tú no eres de este país, verdad. Tu pareces venezolano y
que nunca has limpiado vidrios”, me dice uno de ellos. Me sorprende su afirmación. Aun así, no lo pienso mucho y respondo que sí para seguirles la
corriente. En ningún momento se imaginaron que en el puente peatonal, ubicado
en esa intersección, se encontraba el fotógrafo Víctor Ramírez, mucho menos
sospecharon que yo era un periodista.
A pesar de que yo portaba un pantalón jean con grandes
agujeros, un t-shirt negro que con el
tiempo se volvió gris, el tenis roto y una gorra deformada; no parecía formar
parte del conglomerado de “limpiavidrios” que siempre trabajan bajo sol y
sereno, y que utilizan a diario las mismas franelas desmangadas, bermudas
desgastadas y las chancletas que dejan al descubierto sus dedos mugrientos.
Mi acento dominicano pasó desapercibido ante la percepción
de que yo era un extranjero. Irónicamente, para ellos yo no invadía su espacio,
por el contrario, se ofrecieron a ayudarme...
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