Efraín Cepeda encarna la figura del “chulla quiteño”, ese
personaje que surgió en la ciudad a finales del siglo XIX y que se caracteriza
por manejarse con rapidez, picardía, buen humor y elegancia al vestir.
No tengo la suerte de conocerlo en persona, pero me conmovió
mirar su historia en ‘Carambolas’, cortometraje de un grupo de estudiantes de
la Flacso. Este producto audiovisual, que dura unos 16 minutos, ganó el Premio
Ernesto Albán a la mejor producción audiovisual, otorgado por el Municipio de
Quito, en el marco del Día de la Interculturalidad Quiteña. Entre las primeras
imágenes que se muestran en el video está la de Don Efraín frente al espejo,
colocándose una corbata. Mientras esto sucede, se escucha su voz, declamando un
poema que habla de su infancia y de las necesidades que pasó al viajar desde
Guaranda a la capital.
En Quito formó una familia y encontró las pasiones que lo
marcaron de por vida: la poesía y el billar. Los ojos de Don Efraín se llenan
de lágrimas al hacer un recorrido por la historia: la creación de la Federación
Nacional de Billar, el triunfo en los campeonatos sudamericanos, las tardes de
juego en el club con los amigos… Esta faceta es solo una de las que se abordan
en el cortometraje. También se muestra como padre, como el emprendedor que
levantó una fábrica de mesas de billar y como poeta y piropeador envidiable.
Efraín Cepeda, a sus 87 años, es conocido como el ‘Rey del
piropo’, denominación que le otorgó el exmandatario Rodrigo Borja, y es el
presidente fundador del Club de Poesía de La Delicia. Las palabras son su
materia prima. A través de ellas no solo congela las vivencias, los paisajes y
personajes importantes, sino que galantea con elegancia a las mujeres, tal como
lo hace un auténtico “chullita quiteño”.
Roque Rivas
Zambrano
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