Los familiares de la fallecida hacían varias gestiones en
medio del dolor.
El panteonero no había presenciado una escena similar. Hasta
ese momento pensaba que nada podría sorprenderlo después de trabajar en un
lugar al que a diario llegan cadáveres. Sin embargo, aquella noche se enfrentó
a una imagen difícil de borrar. El cuerpo de la mujer de 66 años, que fue
sepultada en horas de la tarde, estaba fuera del féretro, desnudo. Las piernas
levantadas y rígidas.
El guardia de turno notó que el ataúd estaba fuera de lugar,
y llamó al ECU 911 para denunciar la irregularidad. Al sitio llegaron los
familiares de la fallecida y la Policía. Según el informe de los uniformados,
al parecer los responsables profanaron la tumba y sostuvieron relaciones
sexuales con el cuerpo inerte, en el que “se hallaron rastros seminales”.
El hecho dejó a los pobladores de Mocache, en Los Ríos,
conmocionados. En medio de la sorpresa exigieron que se investigue este caso y
se haga justicia. Sus demandas fueron en vano, porque las autoridades
competentes se dieron cuenta que ni la necrofilia (conducta sexual de quien
tiene relaciones sexuales con cadáveres) ni la profanación de tumbas están
tipificadas como delito en el Código Penal actual.
Esto quiere decir que no está establecida una sanción para
este tipo de actos. Por lo tanto, se desató un debate alrededor de si se debe
penar o no estas conductas. Y aunque el jefe de la Policía del distrito aseguró
que enviaron las huellas dactilares encontradas en el vidrio de la caja y los
restos de semen al departamento de Criminalística en Quito, el fiscal de
Mocache adelantó que no se podrá hacer mucho.
¿Esta falta de respuesta de las leyes empujará a la gente,
en medio del temor y la indignación, a hacer justicia por sus manos? Quizá es
tiempo de modificar las normativas y evitar que este hecho se repita.
Roque Rivas Zambrano
roque@lahora.com.ec
roque1rivasz@gmail.com
salvataje@yahoo.com
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