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María vive en la quebrada...
La crónica
en América Latina responde a una necesidad:
manifestar lo oculto, denunciar lo indecible, observar lo que nadie quiere ver, escribir la historia de quienes aparentemente no la tienen, de los que no cuentan con la menor oportunidad de hacerse oír. La crónica refleja más que ningún otro género los problemas sociales, la corrupción de un país, la situación de los olvidados de siempre.
manifestar lo oculto, denunciar lo indecible, observar lo que nadie quiere ver, escribir la historia de quienes aparentemente no la tienen, de los que no cuentan con la menor oportunidad de hacerse oír. La crónica refleja más que ningún otro género los problemas sociales, la corrupción de un país, la situación de los olvidados de siempre.
María vive en la quebrada...
La mamá de María había soñado que su
hija, la más pequeña de sus cinco vástagos, iría muy lejos. Nacida un Viernes
Santos, hace cinco años, la niña lo tenía todo: era vivaz, inquieta, hermosa e
inteligente.
En la casa se había convertido en el
foco de atención; era la última y la única mujer, a más de su madre. Sus
hermanos, cuatro varones, nacidos uno tras otro, la adoraban y hasta peleaban
por mimarla.
Ella se dejaba mimar y
"amarcar" pero, aunque era todavía un manojo de inocencia abriéndose
a la vida, reprochaba los conflictos que armaban sus ñaños.
Le decían muñeca y el
"mote" la hacía feliz, aunque cuando comenzó a balbucear palabras
reclamaba con gracia: "oye, me llamo Malía".
Su presencia hizo extremadamente
feliz a su familia, pero un día, en abril de 1993, se fue para siempre. Su
partida resultó tan dolorosa que ni su madre ni sus hermanos han encontrado
hasta hoy la resignación.
María se ahogó en la quebrada de Río
Grande, localizada en el sur de Quito. Cayó en la corriente cuando uno de los
ñaños, que la llevaba en brazos, trastabilló al intentar pasar la quebrada,
utilizando un árbol que servía de puente, entre la Gatazo y La Isla.
Ese fue un día terrible. La noticia
corrió como fuego en pólvora y conmocionó a los vecinos, que llegaron al sitio
dispuestos a ofrecerle auxilio, pero todo estuvo consumado: María fue tragada
por la corriente.
El hermano de la niña,
"responsable" de la caída, también quiso ahogarse, pero su decisión
fue cortada por los presentes.
Los padres de María estaban
trabajando y sólo supieron la noticia cuando llegaron a la casa, ubicada cerca
de la quebrada. Llovía y la noche estaba cerrándose por lo que les sorprendió
encontrar a los vecinos arremolinados en el sitio.
Papá y mamá estallaron en llanto
cuando les comunicaron lo ocurrido y no esperaron más, se metieron en la
quebrada y buscaron con locura a María. Al operativo se unieron bomberos y
policías. Sólo como a las ocho de la noche, se encontró el cadáver, 300 metros
aguas abajo.
La pequeña fue inhumada al siguiente
día, pero hoy se dice que vive en la quebrada; que la ven por las noches
espantando ratas; que llora, que gime, que juega.
Su tragedia es hoy una especie de
leyenda, mientras los vecinos claman que el Municipio tape la quebrada, convierta
al sector en áreas verdes y construya parques infantiles, donde María pueda
jugar en las noches, con mayor libertad...
Sin embargo, la obra ni siquiera
consta en los planes del Concejo Metropolitano, por lo que María seguirá
viviendo en las penumbras de la quebrada, sufriendo porque durante el día, hoy
mismo, muchos niños se bañan en las aguas servidas de ese río, que también ha
muerto por la contaminación...
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