sábado, 8 de agosto de 2015

Crónicas


http://nofaltabaenlaweb.blogspot.com/2014/05/un-duende-para-el-profe-roque.html

La crónica en América Latina responde a una necesidad:
manifestar lo oculto, denunciar lo indecible, observar lo que nadie quiere ver, escribir la historia de quienes aparentemente no la tienen, de los que no cuentan con la menor oportunidad de hacerse oír. La crónica refleja más que ningún otro género los problemas sociales, la corrupción de un país, la situación de los olvidados de siempre.

María vive en la quebrada...

La mamá de María había soñado que su hija, la más pequeña de sus cinco vástagos, iría muy lejos. Nacida un Viernes Santos, hace cinco años, la niña lo tenía todo: era vivaz, inquieta, hermosa e inteligente.

En la casa se había convertido en el foco de atención; era la última y la única mujer, a más de su madre. Sus hermanos, cuatro varones, nacidos uno tras otro, la adoraban y hasta peleaban por mimarla.

Ella se dejaba mimar y "amarcar" pero, aunque era todavía un manojo de inocencia abriéndose a la vida, reprochaba los conflictos que armaban sus ñaños.

Le decían muñeca y el "mote" la hacía feliz, aunque cuando comenzó a balbucear palabras reclamaba con gracia: "oye, me llamo Malía".

Su presencia hizo extremadamente feliz a su familia, pero un día, en abril de 1993, se fue para siempre. Su partida resultó tan dolorosa que ni su madre ni sus hermanos han encontrado hasta hoy la resignación.

María se ahogó en la quebrada de Río Grande, localizada en el sur de Quito. Cayó en la corriente cuando uno de los ñaños, que la llevaba en brazos, trastabilló al intentar pasar la quebrada, utilizando un árbol que servía de puente, entre la Gatazo y La Isla.

Ese fue un día terrible. La noticia corrió como fuego en pólvora y conmocionó a los vecinos, que llegaron al sitio dispuestos a ofrecerle auxilio, pero todo estuvo consumado: María fue tragada por la corriente.

El hermano de la niña, "responsable" de la caída, también quiso ahogarse, pero su decisión fue cortada por los presentes.

Los padres de María estaban trabajando y sólo supieron la noticia cuando llegaron a la casa, ubicada cerca de la quebrada. Llovía y la noche estaba cerrándose por lo que les sorprendió encontrar a los vecinos arremolinados en el sitio.

Papá y mamá estallaron en llanto cuando les comunicaron lo ocurrido y no esperaron más, se metieron en la quebrada y buscaron con locura a María. Al operativo se unieron bomberos y policías. Sólo como a las ocho de la noche, se encontró el cadáver, 300 metros aguas abajo.

La pequeña fue inhumada al siguiente día, pero hoy se dice que vive en la quebrada; que la ven por las noches espantando ratas; que llora, que gime, que juega.

Su tragedia es hoy una especie de leyenda, mientras los vecinos claman que el Municipio tape la quebrada, convierta al sector en áreas verdes y construya parques infantiles, donde María pueda jugar en las noches, con mayor libertad...

Sin embargo, la obra ni siquiera consta en los planes del Concejo Metropolitano, por lo que María seguirá viviendo en las penumbras de la quebrada, sufriendo porque durante el día, hoy mismo, muchos niños se bañan en las aguas servidas de ese río, que también ha muerto por la contaminación...

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