Claudia Sheinbaum, presidente electa de México.
Cecilia Gonzalez, Nueva Sociedad. Claudia Sheinbaum será la primera mujer en presidir México. Científica y proveniente de las luchas estudiantiles, Sheinbaum tendrá el desafío de continuar el proceso iniciado por Andrés Manuel López Obrador, pero mostrando su propia autonomía política. Su victoria no solo fortalece a la izquierda, sino que expresa la crisis del Partido Revolucionario Institucional, la otrora hegemónica fuerza política del país.
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Leonardo Parrini, Lapalabrabierta. Si existe un paradigma social asociado al machismo latino amparado en la cultura del más fuerte, ese suele ser el comportamiento social mexicano. Un patrón en el que el hombre exhibe una actitud de género autoritaria hacia cualquiera que se encuentre en una posición que percibe como inferior a la suya, exigiendo total sumisión. Este estigma en la historia de México ha supuesto incidentes de violencia, que puede ser psicológica, económica, patrimonial, física, sexual o discriminación en al menos un ámbito y ejercida por cualquier persona agresora a lo largo de su vida. Conducta que a menudo se confunde con la idiosincrasia mexicana, su carácter de una fortaleza inigualable, y coraje para enfrentar con valentía todo lo que la vida le pone enfrente. Al menos, aquella es la idea que trasciende del mexicano más allá de sus fronteras. Como en toda sociedad patriarcal, que una mujer imponga un liderazgo no deja de sorprender, tal es el caso de México que está a punto de elegir a Claudia Sheinbaum Pardo. Es la primera vez que una mujer esté al mando del Poder Ejecutivo en México. "Se trata de un cambio cultural muy importante para el país…rompe con muchos de los atavismos, de los tabúes que tenía nuestra sociedad, una sociedad donde todavía hay una visión machista y patriarcal muy arraigada, y eso tendrá consecuencias positivas para el país", señala el ex senador mexicano Alejandro Encinas, ex jefe de Gobierno de la Ciudad de México.
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Revista Proceso. La “Cuarta Transformación”, fraseo para la dimensión histórica reivindicado una y otra vez por el presidente Andrés Manuel López Obrador, tiene oficialmente una heredera. Con la comodidad de la ventaja que desde hace al menos dos años empezaron a reflejar las encuestas, Claudia Sheinbaum Pardo se convirtió en la ganadora de los comicios presidenciales con un margen incontrovertible. Tan incontrovertible como para recibir una herencia muy próxima a la hegemonía de los tiempos de partido único, con mayorías tan amplias en las cámaras de Diputados y Senadores, que prácticamente aseguran su predominio en la integración del Poder Judicial y todo órgano autónomo que deba pasar por el Legislativo.
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