Valentina Febres Cordero, periodista ecuatoriana.
Primicias. Me acuerdo de que todas las mañanas, al despertarme para ir a la escuela, lo primero que veía era la mano de mi papá con un tabaco encendido; en la otra tenía una radio chiquita con una antenota, en la que oía el noticiero de Diego Oquendo en Radio Visión. Y me preguntaba: -¡Tinita, ya es hora! ¿Te preparo café o leche con chocolate? -Lo que quieras pá, pero el pan tostado. Le respondía, mientras veía el humo del cigarrillo que quedaba como estela al amanecer. En la noche cenábamos las sobras del almuerzo y luego veíamos las noticias en el cuarto de mis papás. Ellos en la cama y mi ñaño y yo en el suelo. Mi papi, con el tabaco en la mano, nos decía: -Pongan en el ocho que ya empieza el noticiero. Y uno de los dos hijos nos levantábamos a cambiar de canal. Mi ñaño y yo peleábamos y mi papá, con tono enérgico, nos decía: -Negritos, dejen oír, dejen oír. Muchas veces no le hacíamos caso hasta que hablaba Don Alfonso. Ahí sabíamos que su palabra era sagrada y entonces el silencio reinaba en la habitación.
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Enrique Ayala, El Comercio. Después de 56 años de trabajo continuo, Alfonso Espinosa de los Monteros se retira de “Televistazo”. Sus razones son “muy simples y muy poderosas”. Dijo: “He cumplido 81 años de edad y ahora doy paso a los magníficos jóvenes periodistas de Ecuavisa". Alfonso fue la voz más autorizada de los medios de comunicación por años. Hace tiempo escribí: “Hay gente que se pasa la vida tratando de entrar en el libro Guinness de los records pero no lo logra. Hay otros que llegan a él sin querer, porque se destacaron de una u otra manera excepcional en su oficio. Alfonso Espinosa de los Monteros no se “palanqueó” alcanzar un espacio en ese ícono de lo excepcional, pero llegó a batir un record mundial por haberse convertido en el presentador de televisión con más extensa presencia en el mundo”.
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Nicolás Merizalde, La Hora. Alfonso Espinoza de los Monteros se despidió de las pantallas con un llamado a los jóvenes para no caer y recaer en el pesimismo que atora la voluntad de los ecuatorianos. Conmovedor. Resulta interesante hacer una lectura generacional sobre lo que simboliza su salida del mundo laboral y lo que le pide a los imberbes que apenas ingresamos.
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