miércoles, 29 de marzo de 2023

Informe MacBride, trinchera contra oligopolios de medios

 
Reagan lideró los ataques como representante del ‘establishmnet’ mediático para una contraofensiva al informe

Fernando Buen Abad Domínguez, Señales-La Jornada.  El "nuevo orden". No se habían disipado los hedores de muerte ni los crujidos de huesos que el capitalismo dejó como respuesta a las protestas de 1945 a 1968. En Francia, en México, en Argentina. Todavía los vientos macabros del imperio soplaban fuerte en Vietnam mientras los monopolios mediáticos desfiguraban la realidad en las mesas de redacción del periodismo macabro a ocho columnas. Había un clima de tozudez imperial armamentista contra un aliento de rebeldías que buscaban progresar –y proliferarse– como acciones revolucionarias. Años más tarde, cierto destello de sensibilidad en la conferencia general de la ONU (Nairobi, 1976) detectó que había "problemas de comunicación" en la sociedad contemporánea e ideó una Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación bajo la dirección de Sean MacBride (París, Francia, 26/1/1904-Dublín, Irlanda, 15/1/1988), ya para entonces Premio Nobel de la Paz y Premio Lenin de la Paz. Parece que fue ayer.


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Fernando Buen Abad Domíngue, Señales-La Jornada. Deberemos orientarnos con la agenda de las luchas desde abajo. Habla el Informe MacBride en su capítulo final sobre: La comunicación futura. En él enumera recomendaciones de la Comisión Internacional para el Estudio de los Problemas de la Comunicación y deja ver sus preocupaciones en clave de futuro. Ese futuro llegó, empeora y se prolonga, especialmente las amenazas contra la información que ahora también significa big data. Hoy somos 8 mil 21 millones 855 mil 360 personas, según el conteo de worldometers.info, y en tal cálculo cuantitativo se fermentan las necesidades cualitativas nuevas con los desafíos de la expresión libre desagregada por edades, géneros, tensiones sociales y frentes de lucha: Pero éstas son sólo algunas de las perspectivas ofrecidas por una época que es igualmente capaz de producir lo mejor para el futuro o lo peor. Tales perspectivas se realizarán sólo si se resiste la tentación de poner los medios informativos al servicio de estrechos intereses sectarios y convertirlos en nuevos instrumentos de poder, justificando los ataques a la dignidad humana y agravando las desigualdades que ya existen entre las naciones y dentro de cada una de las propias naciones (Informe MacBride, 1980).

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Fernando Buen Abad Domínguez, Señales-La Jornada.  Hoy, una de nuestras mayores debilidades políticas radica, sin duda, en los campos de la comunicación, la información y la cultura. Eso es más claro releyendo el Informe MacBride, aunque algunos lo subestiman y lo tratan como una reliquia de buenas voluntades e impotencias a granel. Aunque otros lo piensan como referencia añeja sepultada bajo palabrerío diplomático que, incluso con los prestigios de los autores involucrados, no consolida una lucha global para la democracia en comunicación ni para la comunicación en democracia. No obstante, algunos creemos que se trata de un documento de referencia oficial, e internacionalista, que es, y seguirá siendo, una carta obligada y guía práctica en la interpelación social a las tareas incumplidas y a las que debería hacerse hoy.

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