miércoles, 9 de septiembre de 2020

Convid-19: Si nadie debe morir, ¿por qué han muerto tantos?


Por Gustavo Gorriti, idl-reporteros.pe. Julio Mejía era un hombre recio a quien la pobreza nunca le torció la fuerza ni el camino. Un camión viejo lo dejó una noche de 1971 en una pampa arenosa y batida por el viento, donde, junto con su esposa y sus hijas pequeñas clavaron cuatro esteras sobre parantes y las forraron con plástico azul. Villa El Salvador nacía con el caminar de las esteras por la noche mientras la gente echaba raíces, primero inciertas, luego perdurables, en la arena. Llegó el Covid-19 y la familia se organizó para evitar la infección, pero al final se contagiaron todos.

Julio Mejía, a los 70 años. Arriba, izquierda: Lucía Huisa y dos hijas. (Fotos: Familia Mejía Huisa / Amigos de Villa).


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