Revisé una serie de investigaciones especiales que una
periodista de televisión realizó sobre un caso polémico. Al entrevistar a uno
de los implicados empezó a cuestionarlo sobre sus acciones, sin dar espacio
para que respondiera. No es un caso aislado. Este episodio, en el que el
entrevistador se vuelve el protagonista es frecuente. Esto solo evidencia cómo,
repetidas veces, los reporteros olvidan cuál es su rol.
En 2015 la Real Academia Española actualizó la definición de
periodista: “persona profesionalmente dedicada en un periódico o en un medio
audiovisual a tareas literarias o gráficas de información o de creación de
opinión”. La generación de contenidos, a partir de la indagación; la
divulgación de los hechos y la entrega de elementos para que las personas
debatan temas relevantes son tareas inherentes a este oficio. Se distorsionan
cuando un periodista cree ser “dueño de la verdad” o un juez, con poder para
condenar o absolver.
Ryszard Kapuscinski decía que “el deber de un periodista es
informar de manera que ayude a la humanidad, sin fomentar el odio o la
arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el
respeto del otro”. La cronista argentina Leila Guerriero comentó en una
entrevista que el papel del periodismo es el de entender, incluso si duele. “Te
podés encontrar con que el héroe de toda tu vida, al que tenés la posibilidad
de entrevistar, es un pusilánime…Lo importante es que no se ejerza el rol de la
venganza periodística: como un tipo me cayó mal, lo voy a demoler. Un
periodista es más interesante cuanto más trabaje en contra de la comodidad”.
Es importante volver a las concepciones de estos
profesionales apasionados para “enderezar el timón” y recordarnos por qué
hacemos lo que hacemos…
Roque Rivas Zambrano
roque@lahora.com.ec
roque1rivasz@gmail.com
salvataje@yahoo.com
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