miércoles, 1 de febrero de 2017

Alberto Salcedo Ramos: ‘El periodismo no es un florero’

Alberto Salcedo en un panel sobre periodismo en Casa de las Américas. A su lado, la argentina Stella Calloni (derecha) y la cubana Maite Hernández-Lorenzo (Foto: laventana.casa.cult.cu).

Oncuba. Alberto Salcedo Ramos luce en Cuba como pez en el agua. Camina como queriendo aprehenderlo todo, disfrutarlo todo, y saluda a quienes pasan por su lado imitando la jerga y el acento habaneros.

“Consorte” los llama y provoca la sonrisa cómplice de los aludidos.

Hasta la Isla llegó como jurado del premio literario Casa de las Américas, cuyos ganadores fueron dados a conocer este jueves, y desde el primer día dice que se siente en un lugar entrañable, familiar.

“Es por el Caribe -comenta- a quienes nos reunimos para entrevistarlo. A un cubano lo siento más cerca que a un bogotano, porque el bogotano pertenece a mi país desde la política pero el cubano pertenece a mi patria desde lo cultural”.

Salcedo nació en Barranquilla, Colombia, y muestra orgulloso su condición de caribeño. Nacer en esta región ha sido clave para su trayectoria profesional, para su defensa a capa y espada de un periodismo que privilegia lo narrativo, lo vivencial, lo humano.

“En el Caribe somos narradores natos. Este es un territorio mítico por excelencia, con una enorme tradición oral y una capacidad para la invención increíble”.

De esa tradición bebió Salcedo. Y bebió bien. En el pequeño pueblo de Arenal, donde transcurrió su infancia, escuchó mucha música -porros, ballenatos- y se acostumbró a informarse en los espacios públicos, por la voz de las comadres, con noticias contadas de manera viva y cercana.

“El periódico se publicaba en el viento”, dice y la frase tiene todo el sabor de la poesía popular.

Ello, sin embargo, no sería suficiente. Tampoco su probado talento. Para convertirse en el cronista que hoy es, en el autor de libros y columnas en publicaciones importantes, en el ganador de premios como el Simón Bolívar y el Rey de España, Salcedo Ramos tuvo también que apelar a la disciplina, a la búsqueda, a la lectura. Esta última, afirma, ha sido para él una fuente única de aprendizaje y también de placer.

“Si algo reivindico para mí es la condición de lector. Es lo que quiero ser. Quisiera morir con un libro en la mano”.

Por suerte, Salcedo ha sido más que lector en sus 53 años. Narrar es para él, al mismo tiempo, una pasión y un camino. Una senda que resulta, a su vez, una convicción...


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