La policía y el Ejército desmantelan uno de los mayores
mercados de la droga de Colombia.
El País.- Aquí huele a sangre. Es la sangre seca pegada a los
escalones que dibuja un camino macabro hasta la tercera planta donde funcionaba
una sala de tortura. Huele a excrementos de perros encerrados a los que
alimentaban con carne humana. Y huele a hombres y mujeres que compartieron
durante demasiado tiempo esta angosta casa del Bronx de Bogotá. El edificio,
ahora vacío, pasa desapercibido en las tres calles (algo más de 9.000 metros
cuadrados) que se habían convertido en uno de los mayores mercados de droga -y lo
que se demandara a cambio de dinero- de Colombia y de una capital sudamericana.
“Aquí se podía conseguir hasta un riñón”, confiesa uno de sus habitantes.
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