Roberto Herrscher,
The New York Times.- A comienzos
de este siglo tres periodistas realizaron, sin saberlo, el mismo proyecto:
vivir entre seis meses y un año con el sueldo mínimo, "disfrazándose" de
obreros manuales, camareros, lavaplatos, limpiadores.
El colombiano Andrés Felipe Solano publicó Salario mínimo;
la estadounidense Barbara Ehrenreich, Por cuatro duros y la francesa Florence
Aubenas, El muelle de Ouistreham. En los tres se detalla en primera persona
cómo afecta al cuerpo, al ánimo y a la calidad del trabajo el vivir con tan
poco, el no tener margen económico para decir ‘no’, el estar permanentemente
sujeto a los caprichos del jefe, el comer mal y matarse corriendo detrás de una
liebre que siempre corre más rápido.
Hoy los periodistas no necesitamos disfrazarnos de nada para
tener la experiencia de vivir con el sueldo mínimo. Y el aprendizaje de las
dificultades psicológicas, mentales y físicas de vivir con muy poco que
plantean esos libros ahora llega a nuestro gremio y afecta el periodismo que
hacemos.
En Hispanoamérica, los sueldos de los periodistas nunca
fueron para tirar cohetes, pero con la crisis económica y la crisis de los
modelos de negocios de los medios provocada por el auge de internet, la
situación se ha deteriorado de manera alarmante...
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Prensa: con desocupación, la pluralidad informativa y la democracia están en riesgo
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Señales.- La situación de los trabajadores de prensa es cada
vez más crítica, debida fundamentalmente a las dificultades generadas por una
economía estancada, la desprotección laboral y los cambios en el modelo
productivo de la información y la comunicación. Una cantidad incontable de
comunicadores fantasmas, precarizados, obligados a pagar sus facturas y
recursos para trabajar o directamente empleados en negro, supera dos o tres
veces el número de puestos de trabajo en blanco. Las revistas culturales y
alternativas, son perseguidas al igual que las radios y productoras
audiovisuales, la mayoría de los cuales son cooperativas o pequeños
emprendimientos.
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