La agresión pública que sufrió el sonidista Alonso Lara el
pasado domingo 9 de octubre por parte del entrevistador Carlos Vera se volvió
viral y generó polémica.
Por Rubén Darío Buitrón, Los Cronistas. No le califico de periodista a
Carlos Vera -y nunca lo haré- por razones que van más allá de que no tenga el
título profesional, porque sí hay quienes no cuentan con el cartón académico,
pero realizan su trabajo con dignidad y con respeto al público, a sus
colaboradores y a sí mismos. Digo que Vera no es periodista porque ejercer este
maravilloso y apasionante oficio es otra cosa. Como decía el gran maestro
Ryszard Kapuscinski, considerado el mejor reportero del mundo, “para ser un
buen periodista hay que ser un buen ser humano”. Y no creo que alguien conocido
por sus exabruptos frente a la pantalla y a los micrófonos merezca llamarse
periodista, porque esta profesión, cuyo componente central es un alto sentido
social, tiene mucho que ver con la construcción de una sociedad democrática,
tolerante y plural donde todos nos merezcamos respeto y buen trato, en especial
quienes están en la parte baja de la pirámide socioeconómica. Ante la agresión
de su jefe (si se le puede llamar “jefe” a un maltratador contumaz), Alonso
Lara dijo que renunció al programa de entrevistas y análisis político llamado
(nunca tan preciso este nombre) “Vera a su manera”.
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