domingo, 16 de agosto de 2020

Una metáfora de amor que se convirtió en realidad: la historia de Gabriel García Márquez y Mercedes Barcha

Gabo y Mercedes Barcha en 1990. Foto: Hernán Díaz.

Gabo. La historia de amor entre Gabo y su esposa Mercedes Barcha contada por el propio escritor colombiano en 'El olor de la guayaba', entrevista concedida al periodista Plinio Apuleyo Mendoza. Recogemos este fragmento, a propósito del fallecimiento la viuda del nobel colombiano.


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Gabo. La Fundación Gabo, su director general, Jaime Abello Banfi, y su Consejo Rector lamentan profundamente el fallecimiento y acompañan en este momento de enorme tristeza a la familia y allegados de Mercedes Raquel Barcha Pardo, viuda de su fundador, el nobel de literatura colombiano Gabriel García Márquez, y madre de Rodrigo y Gonzalo García Barcha, miembros de su Junta Directiva. Mercedes Barcha falleció en la mañana de este sábado, 15 de agosto, en su residencia en Ciudad de México, donde se estableció con Gabo en 1961. Tenía 87 años.

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Aurora Villaseñor, Gatopardo. Mercedes Barcha se libro del olvido. Un día cualquiera de un tiempo cualquiera, la boticaria silenciosa se deslizó entre las letras de “Cien años de soledad”. Tras su muerte el 15 de agosto de 2020 en su casa de Jardines del Pedregal en la Ciudad de México, los elogios y las descripciones de su aura bonachona ocuparon las primeras planas de la prensa. Los artículos resaltan su fama de fumadora empedernida y las fórmulas corteses con las que evadía a aquellos periodistas que intentaban sondear las aguas de su vida privada. “Los periodistas hacen todo por buscarle tres pies al gato”, llegó a decir, como señal de su capacidad administrativa para llevar las riendas de un hogar en el que un Nobel de Literatura evitaba distractores para ejercer su oficio.

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Gabo. Remembranzas del cronista Jon Lee Anderson, miembro del Consejo Rector de la Fundación Gabo, sobre la recientemente fallecida Mercedes Barcha. Mercedes Barcha era una mujer carismática, con mucha presencia, y ojos tremendos, grandes, como una faraona de Egipto. Era de pocas palabras, pero cuando hablaba, casi siempre decía algo lapidario. Tenía una notable intuición social, y me dio siempre la impresión de que tenía la sabiduría para distinguir rápidamente entre la gente genuina y la falsa. Era una gran observadora política y tenía una inmensa curiosidad por el acontecer del mundo, inclusive de las realidades lejanas de América Latina. Cuando nos reuníamos en México, siempre me hacía preguntas sobre los lugares donde yo había estado o sobre conflictos que quería entender mejor. Se notaba en ella un interés auténtico por el mundo.

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