Las periodistas con hijos deben sortear su tiempo entre el cuidado y el oficio. Ilustración de Midjourney.
Ana Gabriela Dávila, Gk. “Si eres periodista no podrás ser mamá”. No sé con exactitud cuántas veces la oí, pero sé que fueron muchas y siempre repetidas con el mismo tono que sonaba a una sentencia. Yo no quiero ser mamá, al menos no ahora, hoy lo que quiero es ser periodista, me repetía, mientras escribía la nota que saldría publicada al siguiente día, sin darme cuenta cómo esa frase se estaba guardando irremediablemente en mi registro. Tenía 22 años y pocos meses de haber comenzado mi primer trabajo formal en un periódico nacional. Mientras batallaba con mi azarosa vida periodística que amaba, no fui madre. No porque la frase repetida me haya condicionado sino porque así se dieron las cosas. Años más tarde, cuando había dejado el periodismo de la calle y lo había reemplazado por la cátedra, tuve mi primer hijo.
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