Eugenio Espejo.
Eugenio de
Santa Cruz y Espejo, gestor del periodismo ecuatoriano, padeció la cárcel y
murió carcomido por las frías mazmorras coloniales. Fue el editor del periódico
"Primicias de la Cultura de Quito", que se publicó por primera vez en
el año de 1792. Sus textos irreverentes provocaron que las autoridades de la
colonia lo enjuiciaran numerosas veces. El cinco de enero es una fecha
emblemática porque se conmemora aparición de esta publicación. El escritor
Isacc Barrera destaca en su Historia de la Literatura Ecuatoriana que este
periódico fue un ‘primer grito’ de independencia, anterior al del 10 de Agosto
de 1809. “Produjo la revolución porque creó al hombre que había de tomar parte
en ella. Era el periódico abriéndose paso en el alma de las multitudes para
establecer un nuevo estado del que había que salir la insurrección y la
nacionalidad. Desde ese momento tomó existencia el Ecuador”.
Antecedentes
Nacido en
1747, Eugenio de Santa Cruz y Espejo fue en su tiempo la encarnación más
poderosa del talento, del saber erudito, del dinamismo patriota y la fecundidad
literaria.
Hijo de
padre indio y madre mulata, hizo cuanto pudo para trascender en la vida. Urgido
por su idealismo patriótico y avidez intelectual, fue lector incansable de
cuantos libros rondaron por Quito. Asistió a varias facultades de la
Universidad hasta conquistar los títulos en letras y Filosofía, Derecho y
Medicina.
Luchó como
un zapador, agazapado en las sombras, abriendo espacio en la obscuridad hacia
la luz, minando sigilosamente el pesado edificio de la feudalidad colonial.
De frente o
escondido, llevó con sus escritos la razón y la luz, con la diatriba, la
ironía, el sarcasmo, la sátira y a veces la burla y el panfleto.
Su
existencia se desenvolvió en un ambiente colonial denso e inhóspito, trabado
por el odio, la maledicencia y la burla. El mismo se vio escarnecido
por una sociedad estamental que no admitía posibilidades para las castas serviles
-indios, negros y mulatos-, de dónde provenía.
Espejo fue
un hombre del iluminismo y su pensamiento pertenece a la “ilustración”. Autodidacta
solitario, zahareño y taciturno, iluminó de humana ternura los cantos ásperos
de su pluma por medio del periódico -Primicias de la Cultura de Quito-, a
través del cual se convirtió en auténtico pedagogo del periodismo como un siglo
más tarde lo sería ese otro gran solitario, también zahareño y taciturno: don
Juan Montalvo.
En Espejo
el descontento fue una fuerza gravitatoria y arisco como el búho cuyo nombre
quechua, parece haber sido su apelativo aborigen.
Espejo fue
la rebeldía soterrada que cavó obscuras galerías hacia una libertad presentida
y avizoró una patria liberada. Su infancia y mocedad transcurrieron en el
ambiente del hospital de la Misericordia, donde fue una especie de vigilante
nocturno de agonías y cuyas lámparas de estudioso iluminaba hasta altas horas
de la noche colonial.
A los
quince años, según confesión autobiográfica, “deseó ardientemente ser conocido
por bello espíritu y, aunque logró las celebridades de los jesuitas, el vulgo
lo despreció”.
A los
veinte años recibió de manos del padre Nicolás García, rector de la Facultad de
la Orden Dominicana, el título de doctor en medicina. Pero sólo en 1772 pidió
autorización del cabildo para ejercer la profesión, la que le fue otorgada a
condición de practicar un año más en el hospital de la Misericordia.
Sus obras
Entre 1793
y 1794, dos años antes de morir, se amontonaban los títulos de sus obras. En
1779 apareció su “Nuevo Luciano, o Despertador de los ingenios”, en el que
concreta su doctrina estética.
En 1780
apareció la “Carta al Padre La Graña sobre indulgencias” y en el mismo año
escribió “Sermón de San Pedro”, “La Ciencia Blancardina”, y “Marco Porcio
Catón”.
En 1785
aparece su obra de mayor duración: “Las reflexiones acerca del contagio de las
viruelas”.
Al año
siguiente, la “Defensa de los curas de Riobamba” y en 1787 las “Cartas
riobambenses” a las que siguió la “Resurrección” ante el presidente Villalengua
y Marfil y Don José Benito Quiroga. En 1791, aparece “Primicias de la Cultura
de Quito”, que inicia el periodismo ecuatoriano.
Al año
siguiente escribió “Voto de un Ministro Togado de la Audiencia de Quito”, en el
que expone sus ideas económicas y en 1792 y 1794, la “Segunda carta teológica”
y el primero y segundo de los “Panegíricos a Santa Rosa”.
La obra
literaria de Espejo, que abarca tres lustros, refleja en forma dramática la
dubitación entre el afán de esconderse y el deseo de expresarse.
El carácter
crítico de sus escritos pronto le acarrearía, especialmente el Nuevo Luciano,
qué, según el presidente de la Real Audiencia, tuvo la osadía y el atrevimiento
de increpar a España. Bajo estos argumentos quisieron deshacerse de él
nombrándolo médico de una expedición que iría a fijar los límites sobre el
Marañón, más, como Espejo rehuyó, lo hicieron prisionero como “reo de grave
atentado”. Este proceso le llevó a tener muchos contratiempos.
Pero en
1787 fue tomado otra vez preso y cargado de cadenas. Él mismo se refiere a esa
presión diciendo: “El aparato ignominioso con que se me arrestó en claro día;
los grillos, secuestro de todo papel y finalmente el estrépito que se puede
usar con un facineroso, dieron a Riobamba, Ambato, Latacunga y Quito la idea de
que yo era un reo de Estado”.
En esta
ocasión, la causa del arresto fue la denuncia de ser Espejo autor de un
panfleto titulado: “Retrato de un Golilla”, calificado por Villalengua y Marfil
de “atroz, sangriento y sediciosa sátira”. El escrito constaba de dos partes;
la primera califica a Carlos III de rey de bajaras y la segunda era contra José
Gálvez, marqués de la Sonora y ministro universal de indias, al que se
amenazaba con un levantamiento como el de Tupac Amaru y Tupac Catari.
El proceso
fue ventilado después en Bogotá, capital del Virreinato, al que estaba adscrita
la Real Audiencia de Quito; Espejo sería absuelto el 2 de octubre de 1789.
Seguro
conocedor de la obra de Rouseau, Voltaire y de los enciclopedistas, en Bogotá
entró en contacto con personajes que serían después próceres de la
independencia. Estableció amistad con Antonio Nariño y Francisco Antonio Zea.
En Quito tuvo amistad también con el Marqués de Selva Alegre.
Zapador
silencioso en el campo de las ideas políticas, fue un gran agitador de
conciencias. Y fueron los hombres educados bajo esas ideas nuevas, como su
amigo y discípulo don Juan Pío de Montúfar, marqués de Selva Alegre y Juan de
Dios Morales, quienes encendieron trece años después de su muerte, el 10 de Agosto
de 1809, en Quito, la hoguera de la rebelión con las antorchas que cayera de
manos del mestizo.
El título
de precursor de la independencia, con que se distingue a Espejo, es justo y
cierto. Pero como todos los precursores, no alcanzó a ver la luz que encendió
en medio de las tinieblas ni la obra construida sobres su sacrificio y su
dolor.
Sus días finales
Como prócer
de la emancipación americana, alcanzó el heroísmo más supremo. Su larga prisión
de agitador y revolucionario llegó a consumir su cuerpo material, si bien la
llama de su espíritu creador lo mantuvo íntegro hasta el último, haciendo desde
la prisión, defensa desesperada de sus derechos humanos.
Por ello se
constituyó en el blanco de las persecuciones y de los odios de parte de los
personajes de absolutismo.
Casi
consumido por la presión y las cadenas, Espejo salió del hospital San Juan de
Dios, licenciado para morir en los últimos días de diciembre de 1795.
Como
escarnio a su origen humilde ante los prejuicios y convencionalismo sociales,
fue enterrado en el cementerio de los indios, en El Tejar. Así se apagó como
una lámpara votiva, la vida luminosa del luchador irreductible Eugenio de Santa
Cruz y Espejo, tomando camino de la inmortalidad.
Roque Rivas Zambrano,
periodista y docente.
***
En estos tiempos de levantamientos indígenas, Espejo, ese
precursor de nuestra independencia, nacido de sangre india, se vuelve más
actual que nunca.
Roque Rivas Zambrano, periodista y docente.
***
***
***
***
Gabriel García Márquez: El mejor oficio del mundo
***
Queman la Ley de Comunicación por el Día del Periodismo
***
Unión Nacional de Periodistas pide definiciones sobre libertad de expresión a los candidatos
***
Gabriel García Márquez: El mejor oficio del mundo
***
Queman la Ley de Comunicación por el Día del Periodismo
Al pie del monumento a Eugenio Espejo, ícono del periodismo
ecuatoriano, en el centro de Quito, se dio la incineración de un ejemplar de la
Ley de Comunicación. Mientras el texto era consumido por el fuego la presidenta
del gremio, Guadalupe Fierro, animaba a los comunicadores gritar consignas por
la "valentía del periodismo ecuatoriano".
***
Unión Nacional de Periodistas pide definiciones sobre libertad de expresión a los candidatos
La Unión Nacional de Periodistas pidió a los binomios un
pronunciamiento definitivo frente a la Ley de Comunicación, Código Integral
Penal y otras normas que regulan la actividad periodística. Lo hizo en un
evento por el Día del Periodista.
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario