sábado, 15 de junio de 2019

Carta al padre

Queridísimo padre:

Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo. Y si intento aquí responderte por escrito, sólo será de un modo muy imperfecto, porque el miedo y sus secuelas me disminuyen frente a ti, incluso escribiendo, y porque la amplitud de la materia supera mi memoria y mi capacidad de raciocinio.


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Vivió 76 años y todos los dedicó a la agricultura. Por la práctica obsesionada de este oficio estableció una relación sabia y entrañable con la naturaleza. Usó siempre métodos ancestrales. Sabía cómo mantener los terrenos y nunca usó los agroquímicos.

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Revista Proceso. Desde hace muchos años supe que algún día estaría sentada aquí, mordiéndome las uñas mientras escribía este texto. Lo temí apenas lo advertí. Por fortuna, nadie me lo pidió antes. Hace unos meses lo hizo Enrique Krauze. Me contó que planeaba homenajear a dos personajes de la izquierda: José Revueltas y Julio Scherer. Francamente, no sé si se lo agradezco. Accedí porque creo, como en una verdad absoluta, que no hay padre como mi padre.

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 “PADRE, DONDE ESTÁS? Te busco en todas partes, en cada espacio, en cada objeto que palpaste, te busco en mis sueños, pero no te veo. No veo tu cara, tu cuerpo grande y ya desgastado, ya con medio siglo” (sic), inicia la carta que Francisco Javier Valdez le escribió a su padre el periodista Javier Valdez, fundador de Río Doce y corresponsal de La Jornada, asesinado el pasado 15 de mayo.

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