El martes 16 de
abril de 2019, un recuerdo escalofriante interrumpió el desayuno. La mesa,
repleta de familiares que habían venido de Chone a visitarnos, quedó en
completo silencio, luego de que el ‘compa Alexis’ reparara en la fecha y
dijera: “Hace tres años que ocurrió el terremoto”.
Bastó con que
pronunciara aquella frase para que las imágenes pasaran en hilera. Todo cambió
para los ecuatorianos en el momento en que el reloj marcó las 18:58 y el sismo
de 7. 8, en la escala de Ritcher, destruyó el norte de Manabí. Lo que vino
después fue devastación, pueblos enteros convertidos en escombros, cadáveres
apilados y el olor a muerte mezclándose con el de la brisa marina.
Tres años más tarde
no se han borrado las cicatrices. Son palpables al caminar por el malecón de
Bahía de Caráquez, al mirar las fotos de los seres queridos que ya no están o
en las paredes tumbadas que no volvieron a ser levantadas. Pese a estos
resquicios de memoria, al hacer un balance, los manabitas han demostrado tener
un temple de acero para reconstruir sus vidas y sus viviendas.
Al cumplirse un
aniversario más de este desastre, los medios realizaron rutas para constatar el
estado de los espacios afectados. Aunque se habla de inversiones millonarias en
obras públicas y de programas de reactivación productiva. Hay denuncias que
evidencian la existencia de personas que continúan sobreviviendo en carpas
improvisadas, sin acceso a servicios básicos, con temor a hablar por la
presunción de perder lo poco que tienen. Para el ‘compa Alexis’ es esencial
rememorar lo que el sismo se llevó, por doloroso que sea.
El Gobierno actual,
¿considera una necesidad poner atención, tres años después, a las provincias
más golpeadas por el terremoto y más olvidadas por las autoridades de turno?
Roque Rivas
Zambrano
roque1rivasz@gmail.com
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